Chile, la alegría ya viene

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Reseña

Con un 54,7% de los votos se impondría el “No” en el plebiscito del 5 de octubre de 1988. En medio del difícil ambiente cultural de aquellos años, la campaña de la oposición lograría lo impensable, anclándose –con notable creatividad– en una mirada esperanzadora de la realidad, que buscaba erradicar el miedo imperante y fortalecer los anhelos de los chilenos, incluso de quienes apoyarían la opción contraria.

El espíritu creado por la campaña –concebido desde el mundo político y atesorado en la canción “Chile, la alegría ya viene”–, inspiraría el proyecto de la transición. Con música de Jaime de Aguirre –ingeniero, productor y compositor– y letra de Sergio Bravo, este jingle, que aún resuena en la memoria colectiva, utilizaría el tema de la libertad de manera interpeladora, conjugando magistralmente dicha noción, de aristas múltiples, con la palabra “No”. Una gráfica impecable reforzaría lo anterior, así como su complemento con otras canciones –“Nadie lo puede ver” y “El vals del no”, ambas de Florcita Motuda–, que con humor favorecerían la despedida de Pinochet.

(N.E.) Si bien la letra original dice “quiero que florezcan mil maneras de pensar”, rescatamos aquí una frase que, con tres letras menos, sería ampliamente difundida en nuestra sociedad. Con ello hemos querido acoger el papel que juega el público en el fenómeno de la música popular, pues, a fin de cuentas, la forma en que una canción es recibida, transformada y apropiada, permite una mejor comprensión del momento histórico que la vio nacer. Así, sin dejar de lado la importancia del proceso creativo, quisimos a través de este jingle abordar la relación entre la obra y el público que la recibe; público que en este caso es nuestra sociedad atenta a un hito histórico crucial, el plebiscito de 1988, y que expresa un poderoso anhelo al señalar “quiero que florezca mi manera de pensar” –que, en palabras de Silvio Rodríguez, “no es lo mismo, pero es igual”–.